lunes, 8 de octubre de 2007

Martel, Haddon y Pirsig




-¡Dios mio!- Grita un ateo- ¿Por qué me gustan tanto este tipo de libros?
Estos libros donde lo espiritual y lo lógico copulan con la poesía de la sencillez. Esos libros donde la puerilidad y cierta fantasía insensata son tan... pero tan bien venidas!!!. Son libros de una cierta comercialidad, no nos haremos los gafapasta con ellos. Libros que se colocan en estanterías "semipreferentes" en el FNAC, con artículos destacados en ese catálogo general de pago que es el "QUE LEER" (diré una mentira: nunca lo leo, jamás de los jamases, yo soy de los de QUIMERA) . Son libros leídos mayoritariamente por mujeres (sí, lo son, no entraré en análisis resbalosos que soy muy patoso). Son libros con la pretensión enorme, desproporcionada, de ser manuales de uso para la vida pero que se pegan de bofetadas con las tonterías new-age porque además pretenden ser literatura, alta literatura en ocasiones, literatura de 1,90 por lo menos. Son libros como este "Vida de Pi" de Yann Martel o como "El curioso incidente del perro a medianoche" de Mark Haddon o incluso esa ave rara de "Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta" de Robert Pirsig. Y me gustan porque yo también vivo con un tigre como Richard Parker aquí, en mi pisito de Terrassa (aunque mi mujer no lo ve, ella ya tiene bastante con el suyo), yo también pretendo encontrar la verdad a partir del más pequeño de los incidentes trato de superara mis numerosas limitaciones en un mundo marciano como Christopher John Francis Boone, que nos radiografía con insultante precisión. Y porque a mi también se me caerían los huevos al suelo si un profesor hindú tratara de convencerme de lo relativo de la existencia de las bombas de Hiroshima y Nagashaki. Y como Robert Pirsig en su moto trato de buscar una calidad humanamente inalcanzable (vaya por Dios).
Pues eso, que como me gustan estos libros que me hacen sentir como un adolescente raro a mis 35 años de edad.

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